lunes, 6 de julio de 2009

CRONOGRAMA DE CAPACITACION EN NARRATIVA Y POESÍA EN ESQUEL Y PUERTO MADRYN

El que sigue, es el cronograma de los talleres de capacitación en Poesía y Narrativa organizados por el Fondo Nacional de las Artes (ver entrada anterior)

Taller de poesía (Irene Gruss)
21 y 22 de agosto - Madryn

11 y 12 de septiembre - Madryn
9 y 10 de octubre - Esquel
13 y 14 de noviembre - Esquel

Taller de narrativa (Leopoldo Brizuela)
21 y 22 de agosto - Esquel

11 y 12 de septiembre - Esquel
9 y 10 de octubre - Madryn
13 y 14 de noviembre - Madryn

viernes, 3 de julio de 2009

BECAS PARA CAPACITACION EN NARRATIVA Y POESÍA EN ESQUEL Y PUERTO MADRYN










Organizadas por el Fondo Nacional de las Artes


Con la asistencia de la poeta Irene Gruss y el novelista Leopoldo Brizuela



Un total de 24 escritores de toda la provincia del Chubut serán seleccionados como becarios para los talleres de Poesía y Narrativa que el Fondo Nacional de la Artes llevará adelante en las ciudades de Puerto Madryn y Esquel.

Con la organización conjunta de las secretarías de Cultura de ambas ciudades, los talleres se dictarán durante cuatro meses a partir del mes de agosto próximo y estará a cargo de la poeta Irene Gruss y el novelista Leopoldo Brizuela.

La convocatoria para los postulantes se extiende hasta el 25 de julio próximo.

En el marco del programa “Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina”, orientado a promover las disciplinas artísticas, literarias y artesanales de cada provincia, el Fondo Nacional de las Artes ha proyectado dos talleres literarios, uno de narrativa y otro de poesía, destinados a poetas y narradores de toda la provincia de Chubut.

Los dos talleres darán comienzo en el mes de agosto de 2009, tendrán una duración de cuatro meses y se desarrollaran, de manera intensiva, durante un viernes y un sábado de cada mes.

El taller de poesía estará a cargo de la poeta Irene Gruss. El taller de narrativa estará a cargo del novelista y narrador Leopoldo Brizuela.

Los dos talleres tendrán lugar en la ciudades de Puerto Madryn y Esquel, dos meses en cada una de estas ciudades.

Cada uno de los dos grupos de taller estará integrado por hasta doce becarios que podrán residir en distintas localidades de la provincia de Chubut.

Los becarios que no residan en la ciudad en que se lleve a cabo la actividad programada tendrán cubiertos los gastos de traslado y de estadía durante cada sesión de taller.

La realización de este proyecto cuenta con el apoyo y la colaboración de las Subsecretarías de Cultura de las ciudades de Esquel y Puerto Madryn.

Requisitos:

Los interesados en integrar los grupos de taller deberán enviar:

Taller de Poesía: Tres o más poemas. La totalidad de los textos no debe exceder las 10 páginas.

Taller de Narrativa: Dos o más cuentos o un fragmento de novela. La totalidad de los textos no debe exceder las 25 páginas.

En uno u otro caso las páginas deben estar numeradas y en cada una debe constar el nombre de su autor.

En página aparte deberán consignarse los datos personales del solicitante: (Nombre y apellido, tipo y Nº de documento de identidad, domicilio, localidad, provincia, código postal, teléfono, correo electrónico) y un breve currículum.

De ser posible, se incluirán dos cartas de recomendación de personas con autoridad en el campo de la literatura.

Los trabajos deberán enviarse hasta el 25 de julio de 2009, por correo o vía email. Por correo al Fondo Nacional de las Artes, Alsina 673, (1087) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a nombre del Sr. Juan Balza, y en el sobre deberá decir: Pertenencia: taller de capacitación en narrativa / poesía (escribir una sola de las dos opciones). Vía email, los trabajos deberán enviarse en un attach, a la dirección juanbalza@fnartes.gov.ar

La selección será efectuada en cada caso por el coordinador propuesto para cada grupo y por la Comisión de Letras del Directorio del F.N.A., integrada por los escritores Luis Chitarroni y Liliana Heker,

Orientación para los postulantes

Se debe tener en cuenta que esta propuesta no es la de un concurso literario. Apunta a darles una posibilidad de crecimiento y perfeccionamiento a creadores con condiciones para el oficio literario.

No se tendrá en cuenta, entonces, la perfección de un texto sino el talento y la genuina originalidad que ese texto revelan.

lunes, 22 de junio de 2009

Día del Libro en el Centro Cultural Melipal



Celebramos el Día del Libro (15 de junio) con diversas actividades que organizamos con un montón de gente e instituciones.
Estuvo bueno.

viernes, 12 de junio de 2009

Celebran el Día del Libro en el Melipal

Los libros me enseñaron a pensar y el pensamiento
me hizo libre.
(Ricardo Corazón de León)

Con actividades diversas habrá de celebrarse el próximo lunes 15, a partir de las 17 horas, el Día del Libro en el Centro Cultural Melipal de nuestra ciudad.
La iniciativa surgió de manera casi espontánea en el transcurso de los últimos días, y en el ámbito del programa Esquel Literario, que depende de la la Subsecretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad y coordinan escritores locales.
De inmediato comenzaron a sumarse distintas entidades y personas que propusieron sus ideas y comenzó a getarse una jornada que promete ser muy movida y entretenida.
Desde la exhibición de libros antiguos y talleres de encuadernación, hasta rincones de lectura infantil, pasando por una muestra de la colección casi completa de la ya mítica Revista Humo(r), las actividades se desarrollarán en la Confitería del Centro Melipal y salas anexas.
También comprometieron su participación el grupo de jugadores de Scrabel, el tradicional juego de palabras cruzadas, que habitualmente se reúnen en el Melipal los días martes y sábados. En esta ocasión, se dijo, podrían realizar unas partidas simultáneas, incluso posiblemente algunas abierttas para la participación de otros vecinos que quieran sumarse. Este grupo, además, regresará el lunes de haber participado durante este fin de semana en un encuentro regional de jugadores de Scrabel que habr´ña de realizarse en El Bolsón.
Entre las insituciones comprometieron su participación, además, se encuentran el Programa Esquel Lee, que exhibirá los afiches realizadon por jóvenes estudiantes de nuestra ciudad a partir de textos literarios; la Asociación Galesa, con una muestra de libros y textos para la enseñanza de la lengua galesa; La Escuela 54, con su taller de radio; se presentarán poemas ilustrados por los participantes del literario que dirige Cristina Landeira y la artista plástica Dana Parissi en el marco de los Talleres Municiaples de Formación Integral (TAMFI).
Además se prevee la realización de juegos breves para chicos y adultos, en los que la palabra será la protagonista.
Como cierre, se llevará a cabo la entrega de varios reconocimientos a vecinos de la ciudad por su aporte a la actividad lectora y literaria, y finalmente un breve recital de poesía tanguera y letras de tango, que será acompañado por bailarines de excelencia.

DÍA DEL LIBRO
Esta celebración comenzó en Argentina el 15 de junio de 1908 como "Fiesta del Libro". Ese día se entregaron los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres. En 1924, el Decreto Nº 1038 del Gobierno Nacional declaró como oficial la "Fiesta del Libro". El 11 de junio de 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración "Día del Libro" para la misma fecha, expresión que se mantiene actualmente.



LA EVOLUCION DEL LIBRO

Las tablas de arcilla o bajorrelieves en diferentes piedras fueron los primeros soportes. A los egipcios les corresponde el invento del papiro, una especie de papel fabricado con una planta que crecía a orillas del Nilo. Las láminas de papiro medían hasta 49 cm de largo y 20 cm de ancho. Se las enrrollaba y lo usaban los escribas para asentar sus escritos. Los chinos aportaron un soporte mucho más perdurable: el papel. Este invento aparece en los registros históricos en el año 105 d. c., pero es sin duda más antiguo.

El pergamino fue el sistema usado en Europa durante la Edad Media y tenía la ventaja de que se podía escribir de las dos caras. Se agrupaba en varios pliegos y se cosía formando los códices, que poco a poco fueron constituyendo lo que hoy se conoce como un libro. En esta evolución el impacto más decisivo para la humanidad fue la aparición de la imprenta.

En los comienzos de la imprenta se utilizaban los incunables, pero hacia el siglo XVI se dejaron de usar. Con la imprenta llegó la democratización del acceso al saber: hoy es difícil imaginar un mundo en donde se usara en forma casi exclusiva la narración oral para comunicar experiencias e impartir educación. En definitiva: hoy no se puede negar que el avance de la ciencia y de la tecnología habría sido imposible sin la existencia del libro.



martes, 9 de junio de 2009

A la misma hora, en el mismo dial

Por Nadine Alemán
Hay varios elementos que forman parte nuestra vida diaria, pero hay uno que es de indiscutida importancia en la vida de la gente: la radio. Aunque a veces viejita y apartada (sin antena en alguna esquina de la cocina o llevándola de acá para allá cuando los partidos), todos tenemos un aparato de radio. También tenemos una frecuencia preferida, un programa y un locutor o locutora que ya casi consideramos de la familia, que nos da los mensajes o datos que necesitamos para empezar el día, que le reconocemos la voz y sabemos de qué manera rematará el chiste o el comentario.
El cine no se queda afuera en el homenaje a la radio y desde hace ya muchos años se hacen películas con la radio como elemento central. En “ESCALOFRÍO EN LA NOCHE” (de1971, EEUU, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood), el locutor nocturno Dave Garland (Eastwood) decide conocer a una admiradora, y la chica (Jessica Walter), resulta no ser lo encantadora que era por teléfono cuando llamaba al programa.“DIAS DE RADIO” (1987, EEUU) es una película que transcurre en los años cuarenta, el momento de mayor apogeo de la radio, y relata cómo una familia vive absolutamente en función de la programación radial. Este es un film con dos nominaciones al Oscar y sin desperdicio del genial director Woody Allen.Otro es el enfoque que le da el director Helvecio Ratton a su película “RADIO FAVELA” (2002, Brasil). Allí se narra cómo una redada en contra del narcotráfico esconde el verdadero objetivo que es callar la voz de una radio pirata. Este film está basado en la historia real de Radio Favela, una radio comunitaria de Belo Horizonte, creada en los 80.
Por último podemos (y debemos) recordar la película “HOTEL RWANDA” (2004, Reino Unido, Sudáfrica) , film situado en Ruanda, durante la guerra civil entre hutus y tutsis. Aquí la radio cobra una preponderancia indiscutida ya que es el medio por el que los hutus instigan a erradicar a los tutsis definitivamente. La actuación de Don Cheadle como regente del hotel que cobija a lo tutsis perseguidos, es de las mejores de los últimos tiempos. Altísimamente recomendable.Para mal o para bien, como demuestran estos films, la radio llega, es compañía, servicio y entretenimiento. Es el medio de comunicación más completo, integral, influyente y pluralista.Pero por sobre todas las cosas, la radio es leal, y eterna.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Albert Camus: La Misión del Escritor

Texto de apertura del programa. 04/03/09

(*) Discurso pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1958.

Al recibir la distinción con que vuestra libre academia ha querido honrarme, mi gratitud es tanto más profunda cuanto que mido hasta qué punto esa recompensa excede mis méritos personales.


Todo hombre, y con mayor razón todo artista, desea que se reconozca lo que él es o quiere ser. Yo también lo deseo. Pero al conocer vuestra decisión me fue imposible no comparar su resonancia con lo que realmente soy. ¿Cómo un hombre casi joven todavía rico sólo de dudas, con una obra apenas en desarrollo, habituado a vivir en la soledad del trabajo o en el retiro de la amistad, podría recibir, sin cierta especie de pánico, un galardón que le coloca de pronto, y solo, en plena luz? ¿Con qué estado de ánimo podría recibir ese honor al tiempo que, en tantas partes, otros escritores, algunos entre los más grandes, están reducidos al silencio y cuando, al mismo tiempo, su tierra natral conoce incesantes desdichas?


Sinceramente he sentido esa inquietud y ese malestar.

Para recobrar mi paz interior me ha sido necesario ponerme a tono con un destino harto generoso. Y como me era imposible igualarme a él con el sólo apoyo de mis méritos, no ha llegado nada mejor, para ayudarme, que lo que me ha sostenido a lo largo de mi vida y en las circunstancias más opuestas: la idea que me he forjado de mi arte y de la misión del escritor. Permitidme que, aunque sólo sea en prueba de reconocimiento y amistad, os diga, con la sencillez que me sea posible, cuál es esa idea.


Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de toda otra cosa. Por el contrario, si él me es necesario, es porque no me separa de nadie y que me permite vivir, tal como soy, al nivel de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues al artista a no aislarse; muchas veces he elegido su destino más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia sino confesando su semejanza con todos.

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo a los demás; equidistantes entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar, y sin han de tomar un partido en este mundo, este sólo puede ser el de una sociedad en la que según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.


Por lo mismo, el papel del escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición, no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si lo consintiera. Pero el silencio de un prisionero desconocido, basta para sacar al escritor de su soledad, cada vez, al menos, que logra, en medio de los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trata de recogerlo y reemplazarlo para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte.

Ninguno de nosotros es lo bastante grande para semejante vocación. Pero en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre de poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificara a condición de que acepte, en la medida de lo posible, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio de la verdad y el servicio de la libertad. Y pues su vocación es agrupar el mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira y a la servidumbre que, donde reinan, hacen proliferar las soledades. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia a la opresión.

(…)

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podrías hacerlo, pero su tarea es quizá mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrompida en la que se mezclan revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos y las ideologías extenuadas; en la que poderes mediocres, que pueden destruirlo todo, no saben convencer; en que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión, esa generación ha debido, en sí misma y a su alrededor, restaurar, partiendo de sus amargas inquietudes, un poco de lo que constituye la dignidad de vivir y de morir. Ante un mundo amenazado de desintegración, en el que nuestros grandes inquisidores arriesgan establecer para siempre el imperio de la muerte, sabe que debería, en una especie de carrera loca contra el tiempo, restaurar entre las naciones una paz que no sea la de la servidumbre, reconciliar de nuevo el trabajo y la cultura y reconstruir con todos los hombres una nueva Arca de la alianza. No es seguro que esta generación pueda al fin cumplir esa labor inmensa, pero lo cierto es que, por doquier en el mundo, tiene ya hecha, y la mantiene, su doble apuesta en favor de la verdad y de la libertad y que, llegado al momento, sabe morir sin odio por ella.


Es esta generación la que debe ser saludada y alentada donde quiera que se halla y, sobre todo, donde se sacrifica. En ella, seguro de vuestra segura aprobación, quisiera yo declinar hoy el honor que acabáis de hacerme.


Al mismo tiempo, después de expresar la nobleza del oficio de escribir, querría yo situar al escritor en su verdadero lugar, sin otros títulos que los que comparte con sus compañeros de lucha, vulnerable pero tenaz; injusto pero apasionado de justicia; realizando su obra sin vergüenza ni orgullo, a la vista de todos; atento siempre al dolor y la belleza; consagrado, en fin, a sacar de su ser complejo las creaciones que intenta levantar, obstinadamente, entre el movimiento destructor de la historia.

¿Quién, después de esos, podrá esperar que él presente soluciones ya hechas y bellas lecciones de moral? La verdad es misteriosa, huidiza, y siempre hay que tratar de conquistarla. La libertad es peligrosa, tan dura de vivir como exaltante. Debemos avanzar hacia esos dos fines, penosa pero resueltamente, descontando por anticipado nuestros desfallecimientos a lo largo de tan dilatado camino. ¿Qué escritor osaría, en conciencia, proclamarse predicador de virtud? En cuanto a mí, necesito decir una vez más que no soy nada de eso. Jamás he podido renunciar a la luz, a la dicha de ser, a la vida libre en que he crecido. Pero aunque esa nostalgia explique muchos de mis errores y de mis faltas, indudablemente me ha ayudado a comprender mejor mi oficio y también a mantenerme, decididamente, al lado de todos esos hombres silenciosos, que no soportan en el mundo la vida que les toca vivir más que por el recuerdo de breves y libres momentos de felicidad y esperanza de volverlos a vivir.


Reducido así a lo que realmente soy, a mis verdaderos límites, a mis deudas y también a mi fe difícil, me siento más libre para destacar, al concluir, la magnitud y generosidad de la distinción que acabáis de hacerme. Más libre también para deciros que quisiera recibirla como homenaje rendido a todos los que, participando en el mismo combate, no han recibido privilegio alguno y, en cambio, han conocido desgracias y persecuciones. Sólo me resta daros las gracias, desde el fondo de mi corazón, y haceros públicamente, en prenda de personal gratitud, la misma y vieja promesa de felicidad que cada verdadero artista se hace a sí mismo, silenciosamente, todos los días.


(Fuente: Virginia Parodi; http://www.paganpoetryofmine.blogspot.com/)

viernes, 13 de febrero de 2009

Intelectuales y experiencia

Texto leído en la apertura de La Solapa el 11/02.

Por Damián Tabarovsky (publicado en Suplemento Cultural del Diario Perfil, Domingo 08 de Febrero de 2009)



Damián Tabarovsky


Hace casi veinte años vivía en París y trabajaba de dar clases de castellano. Era un empleo más bien tranquilo: alumnos de nivel avanzado que no querían perder el idioma, empresarios que tenían que viajar a Latinoamérica a ocupar cargos en las empresas privatizadas, jóvenes que, en un viaje, se habían enamorado de un español o española y que querían hablar en la lengua de su amado o amada. La mayoría de las clases eran almuerzos en restaurantes elegantes (pagados por el instituto que me contrataba) y por lo general charlábamos de política, deportes, cine. Mi función residía simplemente en corregir algún error o darle alguna tarea para el hogar. Uno de esos ejercicios consistía en traducir un artículo, precisamente de la sección deportiva, de un diario argentino. Trabajé casi once meses, y en ese tiempo ningún alumno, ni uno solo, pese a su alto nivel, logró traducir esta frase: “La mató con el pecho y de volea la clavó en el segundo palo”. Es curioso, porque el fútbol es el deporte más popular del mundo, y sin embargo los diarios y las revistas especializadas están escritos con un lenguaje altamente sofisticado, por momentos críptico, inaccesible para el que no conoce del tema. E inclusive las conversaciones cotidianas –el lenguaje oral– están también cargadas de frases en clave y códigos secretos. ¿River va a jugar con un 4-4-2 o con un 4-3-1-2? ¿Es lo mismo un lateral-volante que un carrilero? ¿Ya no hay más enganches? Tengo al menos una decena de amigos que, puedo asegurar, no entendieron una palabra de las preguntas que acabo de hacer. Frente a esto, siempre me surge una duda: ¿por qué está aceptado que cuando se habla o se escribe sobre fútbol pueda utilizarse la lengua en su versión más sofisticada y, en cambio, cuando se habla o se escribe sobre temas culturales muchas veces se exige que sea entendible por todos, incluso por los que no les interesa la cultura?

Aparece inmediatamente la figura del intelectual/cartero, aquel que se presupone capaz de llevar la cultura “para todos”. Como si la cultura estuviera en un lugar, y su tarea fuera acarrearla, repartirla, transportarla hacia zonas y poblaciones donde no habría cultura. En nombre de esa supuesta democratización se encierra una idea aún más elitista y aristocrática (unos tienen cultura y otros no). Ocurre que por debajo de esas falsas buenas intenciones, el intelectual/cartero en verdad intenta disimular lo que es bien sabido: que su formación es muy escueta. Hay algo que no deja de sorprenderme, pese al paso del tiempo: la cantidad impresionante de intelectuales, escritores, ensayistas, profesores que no leen (o que leen muy poco). Estoy convencido de que una película se disfruta más si antes se vieron cien otras películas. Que un libro se vuelve más interesante si antes leímos muchos y muchos otros libros. Que ver una pintura se hace más rica si antes vimos otras obras.

El actual parece ser un tiempo en el que basta con la experiencia (concepto sobredeterminado si los hay y que, sin embargo, siempre es descripta de la forma más trivial): un escritor vive en un suburbio, toca la guitarrita, juega al fútbol, y lo suyo sería entonces simplemente “contar esa experiencia” sin necesidad de tener un pensamiento crítico sobre la lengua, sobre la tradición literaria, sobre el campo intelectual, sobre la sintaxis. “Cuenta lo que le pasa” y listo. O también: el intelectual supuestamente crítico del habla mediático, y que sin embargo va trazando sus intervenciones en función de la agenda de los medios: hoy un artículo sobre Cromañón, mañana uno sobre los 70, ayer otro sobre el conflicto en Gaza, sosteniendo su pensamiento (es decir: no sosteniendo ningún pensamiento) otra vez en la experiencia y en su opinión personal (una para cada tema), desprovisto del rigor de la lectura, de la relectura, de la puesta a examen de sus interpretaciones pasadas, del armado de una red teórica. Como pocas veces, éste es un tiempo populista y antiintelectual.

jueves, 12 de febrero de 2009

Declaran de Interés Municipal al IVº Encuentro de Escritores "Esquel Literario 2009"

Mediante Resolución 301/09

El intendente de Esquel Rafael Williams, declaró de "Interés Municipal", la realizción del IVº Encuentro de Escritores "Esquel Literario 2009", que se llevará a cabo en el mes de mayo próximo.
Con esta medida, adptada mediante la Resolución Nº 301/09, con fecha del pasado 2 de febrero, el Encuentro de Escritores cuenta con el aval institucional necesario para emprender sus etapas de organización definitiva.
Si bien el Programa Esquel LIterario forma parte de las acciones que desarrolla la Subsecretaría de Cultura y Educación de Esquel, la citada Resolución es una herramienta esencial para facilitar las gestiones tendientes a asegurar la presencia de los invitados procedentes desde otras regiones.

martes, 10 de febrero de 2009

La Solapa - miércoles 4 de Feb

Recibimos a la excelente poeta Ludmila Lamanna


















Gracias Mauro Mateo, por los post en "Ego Nono Fui" (http://egononfui.blogspot.com/

La Solapa . Miércoles 28 ENERO









viernes, 30 de enero de 2009

La leyenda de "La Solapa"

Ariel Puyelli

La Solapa - miércoles 21 de enero de 2009


Cuentan que es una vieja muy fea que en las tardes de mucho calor, cuando el sol abraza y en los pueblos o en el campo nadie sale, se pone al acecho de gurises que osen salir de sus casas. Cuando encuentra uno de ellos a esas horas, lo encanta haciéndolo caminar para alejarlos y lo atrapa envolviéndolo en los quince volados que tiene su vestido blanco y se los lleva. Algunos dicen que vuela y lanza los chicos desde las alturas, otros que se adentra en el monte y deja a los niños abandonados a la merced de animales feroces y alimañas. Es muy alta y fea y los niños que atrapa jamás la olvidan y sufren de por vida con terribles pesadillas que no se pueden curar.

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Para algunos, fue un rito. Para otros, un mero trámite. Quizás para algunos no haya sido ni una ni otra cosa, sino una advertencia terrible que despertaba los temores más profundos.

La sentencia materna “si no vas a dormir la siesta, te va a agarrar la solapa” sonó en muchas casas de las provincias de nuestro país en las tardes de verano; ésas que invitan a los chicos a explorar las calles desiertas de adultos que duermen la siesta sin temores y adueñarse del mundo real para convertirlo en su mundo de fantasía.

Momento mágico del día, la siesta siempre fue un paréntesis muy especial para los chicos.

Mis padres jamás necesitaron tercerizar las amenazas. Siempre tomaron el toro por las astas. O dicho de otra manera: siempre quedó claro que ni siquiera la solapa debía interrumpir su siesta.

Mis cinco hermanos y yo no debíamos alborotar la siesta o éramos pasibles de un castigo más ejemplar que el que una vieja vestida de blanco nos encantara y nos hiciera sufrir tormentos que durarían toda nuestra vida.

Esas siestas, en la infancia, fueron los momentos en los que con más entusiasmo me dejaba encantar por las aventuras de mis amigos héroes. En el sopor del verano, viajaba a islas misteriosas, palacios tenebrosos y lugares remotos de la mano de una banda de personajes que a la solapa le hubieran dado la paliza de su negra vida. Los libros de aventuras se escurrían entre las manos y los viajes a la biblioteca popular, a dos cuadras de casa, eran más frecuentes que en la época de clases.

Hoy las cosas cambiaron: los padres ya no le temen al sol de la siesta. Saben que los niños pueden estar protegidos de los peligros del sol calcinante con cremas especiales (¿serán cremas anti solapa?). Y los niños eligen otros entretenimientos antes que salir a las calles a buscar mundos de fantasías.

Cuando Gustavo De Vera sugirió el nombre de este programa, “La solapa”, lo primero que vino a mi mente fue ese instante de la niñez. Luego, la obviedad de ese sector de los libros que nos aporta información.

Yo no sé si la solapa existe. Si es una vieja vestida de blanco o un señor sin cabeza o con una cabeza chiquita, con un abrigo enorme y unas solapas así de grandes, como lo imaginé siempre. Lo que sí sé es que, si en verdad existe, los libros me protegieron de su hechizo malvado. Pude conocer a otros personajes más poderosos que él. Y tuve la posibilidad de aprender a defenderme de ellos gracias a las artes de mis héroes.

La duda que me queda es si me perdí la oportunidad de conocer en carne y hueso un personaje legendario.

La idea de este programa dentro de otro programa es llevarte a tu casa o tu lugar de trabajo, personas, personajes, historias de vida y de ficción, que te encanten o al menos que te interesen lo suficiente como para buscarlos en los libros.

A la hora de la siesta. O cuando tengas ganas, sin amenazas.

Pochoclo e identidad

Gustavo De Vera

La Solapa - Miércoles 28 enero 2009.

El otro día la escuchaba a la Panchi, leyendo su poema “mujeres de maíz”, y me vino a la mente una conversación que tuve hace algunos años con un director de cine de Buenos Aires.

Cruzando aquella conversación y estas “mujeres de maíz” de Panchi Ocampo, se me ocurrió pensar en algo que terminó siendo un interesante juego de palabras: maíz-identidad-americana; maíz-pochoclo; pochoclo-cine-norte-americano; cine-identidad.

Vea, la cosa es más o menos así:

Conocí a este director de cine, Nemesio es su nombre, a fines de 2004 en Buenos Aires.

Me contó entonces algo que me sorprendió: una de las mayores distribuidoras de películas de todo el mundo había sido comprada por el más grande productor de maíz de los Estados Unidos.

¿Qué tiene que ver el maíz con la distribución de películas? Lo mismo me preguntaba yo.

La respuesta parece sencilla: lo que usted paga por una entrada de cine se reparte entre muchos: el dueño del cine, la compañía que distribuye la película, los Estudios que la hicieron; los productores que invirtieron el dinero para hacerla…etc.

En definitiva, por cada entrada de cine, ninguno se lleva más del 20% y algunos mucho menos.

Pero con cada entrada de cine nos compramos un paquetito de pochoclo, costumbre que también importamos cada vez más por ver películas donde la gente que mira películas come pochoclo.

En la cadena que va de la producción de maíz hasta la venta del pochoclo, la cosa es más simple: si usted es dueño del maíz, y también del pochoclero, puede estar seguro que tendrá una ganacia del 90%.

Se entiende?

Así que este señor, dueño del imperio del maíz en los EEUU, hizo un negocio redondo.

Ahora bien: en Argentina, el 90% de las pantallas de cine de todo el país proyectan películas de origen norteamericano, de las cuales, la inmensa mayoría son distribuidas por este señor de los pochoclos. El 10% restante lo componen las películas que proceden de otros países y también las argentinas

Es decir: vemos en el cine lo que a este señor le interesa que veamos para poder vender más de su bendito maíz.

¿Eso es malo? También me lo preguntaba. Y entonces recordé una vieja canción de Piero llamada, precisamente, “Los Americanos”: Decía Piero en esa canción: “si sabemos historia/ no es por haber leído/ sino por haberla visto/ en el cine americano” (dónde habrá quedado aquél Piero, me pregunto).

Este amigo, director de cine, me explicó lo que para él era realmente jodido: “el cine es una gran máquina de fabricar sueños”, me dijo. Pero no sólo eso: “el cine, y también el cine que vemos en la televisión, son una fantástica máquina para trasladarnos a mundos que no conocemos, para identificarnos con personajes de ficción, con el bueno de la película; para mostrarnos situaciones irreales como si fueran verdad; pero también para hacernos pensar en cosas que a veces no tienen nada que ver con nosotros”.

Me explicó, este amigo director de cine, que él no cree necesariamente en esas cosas conspirativas, en una mano negra tratando de dominarnos a través de sus películas. Es más simple, pero también más complicado de revertir: “los yanquis hacen pelis para vendérselas a ellos mismos, y después al resto del mundo, donde facturan a veces menos que en el mercado norteamericano. En esas películas, ellos se muestran sus cosas, sus costumbres, su visión del mundo, sus problemas, sus fantasmas, sus valores, sus miserias y sobre todo, sus sueños. Incluso en las muy buenas películas, que las tienen, y con los muy buenos directores, que también los tienen. No es un problema de ellos”.

Me pregunté entonces, después de cincuenta años de estar inundados en nuestro país con las películas norteamericanas en los cines y en la tele que también tiene modelos extranjeros, cómo son nuestros sueños.

Entonces me preocupé más aún. No es difícil darse cuenta que nuestros problemas, nuestras aspiraciones, nuestros deseos, nuestras utopías, en definitiva: que nuestra identidad, las más de las veces se parecen mucho a lo que sueñan y sienten los personajes de las películas.

Pero, ¿son realmente nuestros sueños?

Dándole vueltas a esto, también me pregunté cómo andamos por nuestro país: si no estaremos repitiendo el mismo esquema, pero esta vez desde Buenos Aires hacia el interior; si no nos estamos haciendo la idea de que en Esquel, en Chubut, en Río Negro, en Santa Cruz, se puede vivir como se vive en la Capital Federal.

¿Está nevando? ¡Suspendamos las clases! (Por poner sólo un ejemplo. Como si la nieve fuera aquí un fenómeno excepcional).

Pensemos dedicadamente cuánto de lo que somos, de lo que queremos ser; cuánto de nuestros deseos, encuentran un reflejo en esos modelos que nos proponen las pelis, pero también las publicidades de la tele, los documentales de Discovery Chanel o Nacional Geographic.

Porque entonces, vuelvo a preguntarme si gran parte de nuestras frustraciones tienen que ver con eso:

- ¿No será que estamos pretendiendo vivir una vida que no es la nuestra?

- ¿No será que estamos buscando soluciones a problemas que no tenemos?

- ¿No será que no estamos atendiendo nuestros propios problemas porque, si no están en la tele o en el cine, entonces no existen?

- ¿No será que podríamos tener otra forma de celebrar una fiesta de quince años que no sea una representación patética de lo que vemos en las pelis y en la tele?

- ¿No será que la felicidad puede tener aquí, en Esquel, en la Patagonia, y en África, o en algún país cualquiera, con su propia cultura, otra forma que no sea la que viene con el auto último modelo ni con las chicas de bajas calorías (bajas calorías, justo aquí!)?

- ¿No será que nuestra escala de valores ya no tiene valores, sino el precio que el mercado les cambia todos los días?

La lista de preguntas podría seguir hasta el infinito, pero no quiero cansarlo: Las frustraciones lo esperan esta noche debajo de su almohada.

Ahora, ¿qué tiene que ver eso con los libros? ¿Y con la literatura que se escribe en Patagonia?.

Mire: como primera instancia, es más fácil escribir un libro que hacer una película. Para empezar.

Antes que el cine, era y es la literatura la que nos trasladaba a otros mundos y otras culturas, lo que nunca es malo, si uno sabe quién es, de dónde viene y a dónde va.

En nuestro territorio, la producción literaria es abundante. Poco difundida, claro, porque la industria editorial es como la cinematográfica: En este caso el 90% de las editoriales están en manos de capitales extranjeros, y publican aquello que pueden vender más rápido y reemplazar a la semana siguiente. Es decir: nos venden el papel.

Pero si uno busca un poco, verá que se encuentra y mucho, de autores patagónicos de excelente nivel, cuyas obras, novelas, poesía, ensayo, narrativa, nos hablan a nosotros, de nosotros mismos. Esas obras son capaces de mostrarnos en nuestra desnudez, y en nuestras virtudes. Nuestros sueños y pesadillas. No pienso en un “Canon” ni en una promoción barata de literatura regional.

Digo: allí cerca, al alcance de la mano, tenemos una posibilidad cierta de descubrirnos nosotros mismos y cómo nos integramos con otros.

Lamentablemente, son contados con los dedos los educadores que conocen la literatura de la patagonia, y por lo tanto se neutralizan ellos mismos como responsables de transmitir una cultura a través de la educación.

Como mi amigo, el director de cine, no creo que existan planes imperialistas para robarnos los sueños.

Pero si los hubiera, me preocupan mucho menos que el darnos cuenta de nuestro propio talento para el abandono.

Hágame caso: en cuanto se cruce en la calle con un vecino; con el almacenero, o la cajera del supermercado, de la farmacia; Cuando se mire al espejo, pregúntese “¿con qué sueña? ¿Qué deseos tendrá? ¿Qué será lo más importante en su vida?”

Porque de la suma de todos esos deseos, sueños y valores, está hecha nuestra comunidad. Y así vivimos como vivimos.

Mientras tanto, para tratar de dormir sin miedo a las frustraciones: siempre tengo un libro bajo mi almohada.

Cuando leemos, somos toda una humanidad

Gustavo De Vera
La Solapa - Editorial - Miércoles 21 de enero 2009

¿Terminó su té? Venga, quiero mostrarle algo.

Hay un joven por ahí, un tal Eckhardt, o Radek, hago mal en no recordarlo (siempre confundo los nombres de los personajes con sus autores, un gran error de mi parte, esto de confundir lo que dice uno con lo que piensa el otro). Decía que este personaje o peersona, dice que los libros son “fronteras” que debemos atravesar, trasponer, para liberarnos. Y dice “fronteras”, como quien dice zona, pero no como límite. Para él, los libros nos liberan, porque en ellos están todas las verdades, todas: “altas y bajas, dulces y amargas, dolorosas y renovadoras”, todas, dice. Y dice también que la verdad siempre libera.

Mire, pase. Esta habitación es mi biblioteca.

Veamos: sé que hay bibliotecas mucho más grandes que ésta. Pero aquí tiene usted una larga pared cubierta de libros que son el resultado de años de selección. Por supuesto que he leído muchos más libros de los que usted ve aquí. Pasa que los libros no están son aquellos que no resistieron el paso del tiempo, o mejor dicho, los que no resistieron la sentencia del tiempo.

Pero fíjese bien y dígame: ¿nota algo en común en todos estos libros?

Vamos, apelo a su inteligencia.

¿No lo ve?

Le doy algunas pistas: Estos estantes de aquí corresponden a la narrativa; estos de aquí a la historia, y aquí a la poesía, mi preferida, y luego verá por qué.

Le estoy preguntando por algo muy sutil. ¿Puede notarlo?

No se preocupe. Tal vez le estoy proponiendo un acertijo que yo mismo inventé a partir de tener la respuesta de antemano. Pero veamos.

Vamos a ver si puede darse cuenta por lo opuesto: Vea: Gire su asiento y mire qué encuentra en la pared opuesta.

Un cuadro pintado por un amigo, que en paz descanse, y único estante con sólo unos pocos libros ¿verdad? ¿Quiere verlos? Acérquese.

Mire: Esta es un deliciosa edición del Corán; aquí tiene un Antiguo Testamento que pareciera ser traducido directamente del griego y no del latín; Este pequeño libro es el Pop Wuj, libro sagrado de los mayas; Sí, dije Pop Wuj, no me mire así, no me equivoqué; el Popol Vuh que seguramente usted conoce, es una traducción del quiché que realizaron los misioneros españoles, pero éste es de una edición más reciente, de 1981, con la traducción de Adrián Inéz Chávez, un maestro guatemalteco, que difiere notablemente no sólo en lo lingüístico, sino –o quizá precisamente por eso- en las profundidades de la cosmovisión de los mayas-quiché, ese fantástico pueblo centroamericano. Pero no nos dispersemos.

Vea, aquí también encuentra un viejo ejemplar de la Ilíada, la Torá; este I Ching, naturalmente traducido por Richard Wilhelm, con prólogo del célebre Carl Gustav Jung, y finalmente el Oráculo Celta y las Runas Vikingas, que algunos dicen están muy emparentados entre sí.

Ahora voy a reformular la pregunta: ¿qué encuentra de común entre estos pocos libros que los diferencian radicalmente de lo que tienen en común aquellos más numerosos de la biblioteca?

Bien, no quiero hacerle perder el tiempo con este juego mío: todos estos libros, señor, todos ellos, más los que podríamos agregar aquí tirando paredes y poniendo nuevos estantes, a los que llenaríamos de inmediato, y seguiríamos tirando paredes hasta cubrir todo el edificio, y hasta toda esta manzana con libros como éstos, todos, repito, tienen algo en común: todos tienen un autor.

Un sujeto, un individuo, como usted y como yo, que se puso a escribir impulsado por esa necesidad casi fisiológica, y llenó sus páginas, y puso su firma.

Estos otros libros, mi amigo, son anónimos. Pero eso no basta. Si, claro, también incluyo a la Ilíada. Ya que muchos son los que afirman como más probable que también Homero sea un mito, idea que estoy dispuesto a compartir.

Pero quiero decirle esto: aquí en este estante, tenemos a los libros de los pueblos. Sus páginas resumen la sabiduría y el espíritu de pueblos en todos los tiempos y lugares del mundo. Sí, claro, no son los únicos. Pero al menos son los que pude conseguir.

Y esto me lleva a otro razonamiento, mi estimado, que quiero sumar al del joven Radak, o Ackherdt, o Radek, no importa: los libros son fronteras que debemos traspasar, sí, pero como lectores.

Cuando una persona ejerce el oficio de escribir, lo hace desde el sujeto, desde el individuo. Con sus virtudes y miserias. Con sus dolores y placeres. Pero siempre es el sujeto el que escribe, con esa necesidad casi fisiológica, como dije.

Dirá usted que todo sujeto conlleva algo de su cultura consigo, y que necesariamente algo de ella queda en sus textos, es cierto. Pero esa cultura conllevada, incluso esos diálogos interiores que el escritor mantiene con otras voces de su cultura y de su tiempo, es lo que el escritor ha adquirido leyendo, es decir, cuando es lector.

Y no sólo lector de libros, porque, como le explicaré más adelante, ser lector es una actitud de vida.

Recuerdo a un viejo alfarero de pueblo, Algor de apellido, profundo lector de libros y de las almas. El decía que hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir ir nunca más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa”.

¿Vió? Es como que uno y otro complementaran una misma idea: Los libros son fronteras que hay que atravesar como un río, utilizando las palabras como piedras colocadas allí, una junto a otra, para que podamos llegar al otro lado.

Y volver si es necesario.

Como le decía: siento que cuando uno escribe intenta enrrollar al universo en un puñado de papeles, como antes se envolvía el pescado.

Hay quienes sienten que escribir les resulta liberador también. Hacen catarsis. Pero eso es al principio. Cuando llevan veinte o treinta años escribiendo, y se dan cuenta que aún habiendo publicado una docena de títulos, siguen escribiendo la misma cosa, comprenden su condena.

Me pregunto si en el acto de leer no somos precisamente lo contrario; porque me da la sensación de que, lejos de someternos a unas presuntas reglas de cualquier autor, nos animamos a interrogar al universo en su conjunto; como si fuésemos capaces de subvertir todo orden establecido. Es esa voluntad subversiva la que nos lleva a detenernos frente a un determinado estante de la biblioteca, a elegir ese libro entre los cientos o miles de otros libros posibles; nos hace abrir sus páginas y disponernos a su lectura.

Y Radek dijo (estoy seguro que era Eckhardt), que los libros son fronteras, y yo dije que es el acto de leer el que nos libera. Por que no es el libro como objeto el que cumple esa función.

Recuerdo a Borges (yo no lo vi, le aclaro, nunca he salido de este pueblo, pero leí su Arte Poética) en diciendo en Harvard: “un libro es un objeto físico en mundo de objetos físicos. Es un conjunto de símbolos muertos. Entonces llega el lector adecuado, y las palabras –o mejor, la poesía que ocultan las palabras, pues las palabras solas son meros símbolos- surgen a la vida, y asistimos a una resurrección del mundo”.

Entonces, es el acto de la lectura el que nos abre el mundo, esa gracia que disponemos para interrogar nuestra esencia y al universo mismo; la facultad de mantenernos perplejos ante lo más elemental y simple de nuestras vidas. Todo ello nos empuja al borde; nos arrincona justamente, ante las fronteras. Entonces abrimos un libro.

Fíjese en otra cosa notable. Algo que muchas culturas o generaciones anteriores, practicaban como un ritual sagrado: Usted se concentra en un determinado estado de ánimo. En una inquietud personal, en un deseo, una angustia. Luego toma el I Chin, o el Antiguo Testamento, o si prefiere el Corán, cualquiera de ellos.

Abra sus páginas al azar y lea un párrafo, o un versículo, también al azar. Verá que siempre le llegará una sensación de respuesta, siempre se encontrará una línea que se conecta con eso que usted siente.

Eso, es porque son como los oráculos, ¿recuerda? Aquellos sitios al que acudían los pueblos y los reyes de la antigüedad para conocer sus destinos. La palabra del oráculo encerraba tal densidad de sentidos que cada uno creía encontrar un trozo de lo que estaba buscando, un retazo de verdad; una hendija de luz que apartara las tinieblas de la razón y del corazón. Y esto era posible, porque en esos oráculos, mi estimado, la gente encontraba esencialmente “la poesía que ocultan las palabras”, como decía Borges.

Y en estos casos, es la poesía de la humanidad.

Así, mientras que cuando escribimos somos sujetos, individuos solitarios; cuando leemos, cuando poseemos la voluntad de sostener un libro abierto en nuestras manos, cuando nos atrevemos a cruzar el río de Algor, somos toda una humanidad mojando nuestros pies en esa agua universal, por el simple acto de pasar nuestro dedo índice por la lengua y cambiar a la página siguiente.

Volvamos a la cocina, me siento más amigo allí. ¿Usted no escribe, no?